Bilbao tiene dos documentos fundacionales. Diego López de Haro usurpó el título de Señor de Bizkaia a su sobrina María Díaz de Haro entre 1295 y 1310. El 15 de junio de 1300 otorgó “carta de aforamiento” “con placer de los vizcaínos” a los habitantes del “Puerto de Bilbao” para que pudieran organizarse en villa. En 1310, María Díaz de Haro otorgó una nueva carta fundacional y ordenaba que “el camino que va de Orduña a Bermeo” que transitaba por Etxebarri, en adelante “vaya por aquea de mi villa de Bilbao e no por otro”. Además reforzó el control de Bilbao sobre el trayecto de la ría hasta el mar.
La obra de G.Braun y F. Hogenberg, Civitates Orbis Terrarum, sobre las ciudades del mundo, ofrece en 1574 la visión de un Bilbao desarrollado. De transportistas marítimos, se convirtieron en pujantes comerciantes de intermediación, entre Castilla y los puertos del norte de Europa (Brujas, Amberes) y en 1511 fundaron el “Consulado de Bilbao”. En 1632 estalló una matxinada o revuelta popular, contra la presión fiscal que generaba el monopolio de la sal acordada por el Rey Felipe IV y contra la “gente principal y rica” y en 1634, seis dirigentes fue ahorcados y agarrotados.
En el siglo XVIII la villa creció social y económicamente. En 1789 el naturalista G. Bowles, escribió: “Bilbao es un pueblo donde se puede vivir con mucha comodidad y gusto, por el extendido comercio... por la cordura con que están hechas sus leyes civiles y de comercio. Entre ellas hay una contra la ingratitud, a cuyo delito señala castigo”