El término Abando correspondía inicialmente a un ámbito con entidad municipal propia, la anteiglesia de Abando, formada en la Edad Media en torno a la iglesia de San Vicente Mártir. El municipio ocupaba la margen izquierda de la Ría, frente al Casco Viejo bilbaíno ubicado en la margen derecha. En la vega de Abando predominaba la actividad agropecuaria y en sus terrenos se distribuían caseríos dedicados al cultivo de los cereales (trigo, maíz), que a inicios del siglo XIX se fueron ampliando a otros productos como los frutales y las huertas. Productos que, fundamentalmente, abastecían el mercado de Bilbao. Paulatinamente los propietarios bilbaínos se fueron haciendo con el control de las tierras de Abando y fueron levantando algunas construcciones entre las antiguas explotaciones agrícolas. Asimismo en sus riberas se comenzaron a construir instalaciones portuarias e industriales que ya no tenían cabida en los límites de la villa.
A comienzos del siglo XIX se planteó una ambiciosa propuesta de planeamiento urbanístico, el Puerto de la Paz, diseñado por el arquitecto Silvestre Pérez, que alcanzaba a toda la vega de Abando, pero que no consiguió ver la luz por los condicionantes políticos de la época y por su escasa adaptación a las necesidades reales de la ciudad.
A mediados del siglo XIX la conexión ferroviaria con la Meseta trajo consigo la ubicación de la primera estación de Abando en 1857, cuya trinchera supuso un gran condicionante en el futuro desarrollo urbano de la ciudad.
En el tercer cuarto del siglo XIX la necesidad de ampliar el espacio urbano de la ciudad era acuciante y la vega de Abando se presentaba como el espacio más adecuado. Tras algún proyecto previo fracasado, como el presentado por Amado Lázaro en 1862, finalmente en 1876 se aprobó el Proyecto del Ensanche redactado por los ingenieros Pablo Alzola y Ernesto Hoffmeyer, y el arquitecto Severino Achúcarro. El proyecto se desarrollaba sobre la anteiglesia de Abando, que se anexionó parcialmente a la villa en 1870 y definitivamente en 1890. Su trazado recogía la conexión con el Casco Viejo, planteaba la Gran Vía y la Alameda de Recalde como ejes vertebradores y establecía una trama básicamente ortogonal, con la creación de un gran espacio público verde.
Las nuevas manzanas se ocuparon lentamente mediante la construcción de edificaciones de estilo eclecticista que albergaban las sedes de entidades financieras y empresariales, sobre todo en torno al eje de la Gran Vía. De forma simultánea fueron apareciendo nuevas edificaciones de carácter residencial en cuya construcción jugaron un papel importante los maestros de obra, que llegaron a marcar un estilo característico basado en la combinación de balcones y miradores en sus fachadas.
A comienzos del siglo XX, a medida que este primer Ensanche de Abando se iba completando, se empezó a plantear su continuación en una siguiente fase hacia los terrenos de Indautxu y San Mamés, de acuerdo a un proyecto de ampliación del primer ensanche redactado por el arquitecto Federico Ugalde en 1904. Este proyecto llegaba por el sur hasta la calle Autonomía y por el oeste hasta Sabino Arana. La construcción del Hospital de Basurto contribuyó a la expansión de la ciudad en ese espacio.
El barrio de Indautxu estuvo, hasta mediados del siglo XIX, poblado de huertas, algunos caseríos, palacetes y conventos. Pertenecía a la antigua anteiglesia de Abando y lo cruzaba el arroyo Elguera, hoy soterrado. Cuando Indautxu fue incorporado definitivamente a Bilbao en 1890 estaba escasamente poblado y ocupado por grandes fincas pertenecientes a la alta burguesía bilbaína. En las dos primeras décadas del siglo XX se construyeron nuevas calles y los antiguos chalés fueron sustituidos por edificaciones en altura con un predominio, sobre todo en el período de posguerra, del estilo racionalista.
El distrito de Abando ha seguido aumentando su población hasta mediados del siglo XX, fundamentalmente en su barrio de Indautxu, identificado en la actualidad con ese segundo Ensanche. Y aunque lo ha hecho con grupos sociales más variados que en un principio, siguen predominando las clases medias y acomodadas, siendo el precio del suelo más caro en torno a la Gran Vía. A finales del siglo XX y principios del siglo XXI la intervención, en su límite norte junto a la Ría, del área de Abandoibarra, ha dotado al distrito de un nuevo centro financiero y cultural, dentro del proceso de regeneración urbana y económica de la ciudad.
Francisco J. García de la Torre y Bernardo I. García de la Torre