Asociación de profesionales sanitarios nacida en el Bilbao finisecular que, después de una etapa de iniciación hasta el comienzo de la Guerra Europea, conoció su “Edad de Oro” durante el periodo de entre guerras, en el que nacieron los grandes proyectos de la medicina bilbaína truncados por la Guerra Civil. Más adelante, tras un duro periodo de postguerra, ha continuado trabajado hasta nuestros días.

Precedentes

La cofradía de San Cosme y San Damián, constituida por médicos, cirujanos y boticarios en el siglo XVIII, fue la primera agrupación de profesionales sanitarios con ejercicio en Bilbao. Erigió un pequeño altar en la iglesia de san Antonio Abad, del que sólo quedan las dos estatuas de los santos gemelos.

 Pero las ciencias médicas avanzaron notablemente durante el siglo XIX, obligando a los galenos de la época a una puesta al día permanente, y el incremento del número de profesionales hacía inviable la práctica seguida desde el siglo XVIII de las tertulias de rebotica y de compartir entre varios médicos las revistas clínicas  extranjeras. En 1899 había 67 médicos con consulta en Bilbao y 28 farmacias. Todo ello, junto a la aspiración de una mejor defensa de los intereses profesionales,  dio lugar al nacimiento de la Academia de Ciencias Médicas.

 Primeros pasos

El día 15 de enero de 1895 nace Gaceta Médica del Norte y cuatro días más tarde se creó la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao. Su primer Presidente, José Carrasco terminó el acto de constitución con las palabras de Pasteur: "...que al hallarnos cercanos al fin, pueda cada cual estar en derecho de decirse: He hecho lo que he podido". Frase que se grabó en latín en el escudo de la Academia: Faciam ut potero. Su núcleo fundacional estuvo compuesto por miembros del Cuerpo Médico Municipal, al que pertenecía su primer presidente, el doctor Carrasco; junto a ellos se encontraban los más ilustres galenos de la Villa: Enrique de Areilza, Carmelo Gil Gorroño, José Ledo, Filomeno Soltura, etc.. El primer presidente de honor era Agustín de Obieta que había sido el último mayordomo de la cofradía de san Cosme y san Damián. Él pronunció el discurso inaugural de la academia.

La proyección de la naciente Academia hacia la salud se centró en las enfermedades infecciosas y en la higiene pública, que se cebaban en la población del Bilbao industrial. La Academia debatió acerca de las posibles medidas preventivas y trasladó sus conclusiones al Ayuntamiento bilbaíno para su ejecución. Son destacables sus aportaciones a la lucha contra la viruela, la tuberculosis, la fiebre tifoidea y la gripe. También su apoyo a las colonias y comedores escolares.

Edad de Oro

Tras el fallecimiento de Carmelo Gil Gorroño, alma de sus sesiones clínicas y bibliográficas, la Academia sufrió un retroceso que pronto iba a superar gracias  la llegada de Wenceslao López Albó y a la irrupción de la generación de médicos formada en el Hospital de Basurto a la sombra de Enrique de Areilza. A partir del año 1919, la creación del Colegio del Médicos libera a la Academia de su dedicación a los intereses profesionales y le permite dedicarse a la  vida científica. Su biblioteca cuenta con 459 volúmenes y 102 revistas en siete idiomas, tiene 150 socios de número, figuran como Presidentes de Honor Santiago Ramón y Cajal, Jorge de Aguirrezabala, Julio de Uruñuela, José Carrasco y Justo Diego de Somonte. Destacan sus contribuciones al proyecto de una Universidad Vasca y a la lucha antituberculosa.

Desde la posguerra hasta nuestros días

Durante la guerra civil, la Academia interrumpe sus actividades. Muchos académicos son movilizados, algunos fallecieron y otros se vieron abocados a la prisión o al destierro. El panorama de la medicina era desolador, se carecían de medios de diagnostico y tratamiento y los hospitales no tenían ni siquiera una alimentación suficiente para sus enfermos. La presidencia de. Ramón Zumarraga entre 1945 y 1950 marcó un cierto renacimiento, se creó una librería que permitió a los socios acceder a libros y revistas cuando comprar obras extranjeras era casi imposible.

En los años setenta las actividades se multiplican y se crean nuevas secciones: Medicina Preventiva, Gastroenterología, Nutrición, etc. Desde entonces, ha continuado prestando atención a los problemas de salud que a lo largo de los años han afectado a nuestro vecindario, sin olvidar nunca las dos motivaciones que confluyeron en su creación: ser un foro de intercambios científicos y mantener una biblioteca que permita mantenerse al tanto de los avances científicos a médicos, farmacéuticos, veterinarios y odontólogos.

Antonio Villanueva Edo y Juan Gondra Rezola