Situación.- F4. Empieza.- Navarra. Termina en Villarías. Fecha de acuerdo.- 4 de octubre de 1933.
Aunque esta calle ya existía a primeros de siglo, oficialmente se le concedió este nombre en 1933, como recuerdo de la amistad que existía entre los tres propietarios del terreno, los señores Solaegi, Real de Asúa y Arana, quienes así la denominaron, cediéndola al Ayuntamiento en 1881. Las primeras casas se construyeron en la última década del siglo XIX.
Había en esta calle fondas de renombre; en el número uno, La Valmasedana dirigida por Francés Ranero; en el dos, la fonda Begoña, de los Silvero, donde se alojaban los banderilleros y picadores que toreaban en las fiestas de agosto. De aquí salían con los trajes de luces y sus caballos para ir al Arenal, a recoger en el Hotel Arana a los matadores de toros, para, junto con las mulillas enjaezadas subir hasta Vista Alegre. En el número tres estaba la Fonda del Norte, de Lucas Fernández, lugar de reunión de los ciclistas de aquella época.
Al principio de la calle se construyó un frontón, conocido por el nombre de la calle, en el que hacia 1860 ya se jugaban partidos profesionales con apuestas. Pertenecía a una sociedad privada y con el tiempo pasó a convertirse en salón de baile hasta su demolición en 1897.
La casa que hace esquina con Villarías fue proyectada en 1899 por el maestro de obras Domingo Fort y Barrenechea.
Entre los vecinos de esta calle hay que recordar a Cecilio Ibarreche, portero de aquel Athletic en la época de los Pichichi, Belauste, etc. Vivía en el nº 5 y según le define Patxuko Abrisketa, vestía «traje negro, camisa blanca ajustada al cuello con el último botón, boina calzada marcando el alero con exquisita elegancia, alto, enjuto, cara afilada, serio, porte recto y elegante, un Gary Cooper a la bilbaína».
También vivieron en esta calle los Antón Aguirre, padre e hijo, directores del Orfeón San Antón; un presidente del Athletic, José Ramón Odriozola; dos presidentes del Club Cocherito, Juan y Francisco Abrisketa; y un campeón de España de Boxeo, peso pesado, Mariano Echevarría.
Javier González Oliver