El Campo de Volantín es el área urbana comprendida entre el Ayuntamiento de Bilbao y la plaza de la Salve en la margen derecha de la Ría, abarcando el paseo peatonal del borde y el frente edificatorio jalonado por construcciones de diversa tipología (antiguas mansiones señoriales, viviendas colectivas, residencias religiosas y hoteles). Es una zona privilegiada de la ciudad por su proximidad a la Ría, que tiene una interesante historia desde finales del siglo XIX como expansión residencial burguesa, de la que todavía quedan algunas singulares muestras arquitectónicas.
Ha tenido diversas denominaciones como Ibarra y Buztinzaurreta y del nombre Volantín hay interpretaciones sobre su origen, relacionándolo en algunos casos con el “volante” de una cordelería allí instalada y en otros con el sistema de pesca de “volantín” que se practicaba en las riberas de la Ría.
El Ayuntamiento adquirió las Huertas del Campo Volantín a finales del siglo XVI, el Consulado de Bilbao intervino en el cauce de la Ría para paliar los efectos de las crecidas y a finales del siglo XIX y principios del siglo XX se modificó el cauce fluvial reduciendo la superficie del paseo e incorporando arbolado. En esa época adquirió especial relevancia urbana como zona de expansión residencial del recinto histórico del Casco Viejo siguiendo el curso de la Ría.
La burguesía fue instalando sus residencias (cottages, chalets, villas y hotelitos) en ese entorno privilegiado, aunque de manera temporal antes de elegir ubicaciones como Indautxu y más alejadas de Bilbao en las Arenas y Neguri. Fue lugar de esparcimiento y de élite a finales del siglo XIX coincidiendo en el tiempo y de manera aproximada con el Proyecto del Ensanche. Durante un cuarto de siglo se fue poblando de palacios, palacetes, villas, casas de campo y casas burguesas, en algunos casos como viviendas unifamiliares de los propietarios y en otros colectivas de vecinos.
En los proyectos intervinieron arquitectos como Julián de Zubizarreta, Severino Achúcarro y José María Basterra, entre otros. Utilizaron referencias europeas (francesa, italiana, inglesa) y variados estilos (eclecticismo, clasicismo, arquitectura colonial) según el gusto de los promotores. Y también participaron maestros de obra (Francisco Arias, Benito Barrenechea, Narciso de Goiri y Pedro Peláez).
Entre las familias acomodadas que se instalaron allí estaban los Ybarra, Bergé, Aguirre, Zubiría, Gurtubay, Olábarri, Adán de Yarza, Delmas, Iraragorri, Castejón, Orueta y Errazquín. Además de Casilda Iturrizar y Luis Briñas Briñas que tenían terrenos de su propiedad.
Su privilegiada ubicación próxima al recinto histórico de la villa, junto a la Ría, y con la protección de las faldas del monte Artxanda, permitieron su desarrollo y esplendor durante un cuarto de siglo (1878-1903). A partir de esas fechas hubo circunstancias que cambiaron la situación: el transporte por tranvía a las Arenas, Neguri y Algorta que instaló en las proximidades sus cocheras; la eliminación de la isleta de Uribitarte; la canalización de la Ría y la tala de los árboles provocaron la marcha de las familias allí instaladas.
Durante el siglo XX fueron demolidas muchas edificaciones, siendo sustituidas por viviendas colectivas y otros equipamientos. Tan solamente quedan en pie algunas muestras aisladas, entre las que destaca el Palacio de Olábarri junto a la plaza de la Salve, proyectado por el arquitecto Julián de Zubizarreta, y ransformado en la sede social del Puerto Autónomo de Bilbao.
Francisco J. García de la Torre y Bernardo I. García de la Torre