Médico, patriarca de la obstetricia bilbaína, principal impulsor de la Academia de Ciencias Médicas, padre, abuelo y bisabuelo de otros tantos Carmelo Gil, también médicos. Nació en Güeñes en el año 1848, hijo de Lucas Gil Azcue, bilbaíno, médico titular de aquella localidad y luego de las de Baracaldo, Abando y Bilbao.
Nada más finalizar los estudios de Medicina en Madrid (1871), consiguió la plaza de médico de Abando, donde ejercía también su padre; eran años de guerra y Abando estuvo situado en pleno frente de batalla, pero Carmelo no dudó en desplazarse a visitar a sus pacientes a pesar del peligro. Su familia guardó durante años su capa agujereada por una bala durante una de aquellas visitas. Acabada la guerra, permaneció en Abando hasta que fue nombrado médico de la Santa Casa de Misericordia (1883).
Aunque pronto se orientó a la especialidad de Obstetricia (partos), continuó ejerciendo como médico general. Tomó parte muy activa en las reuniones de médicos preocupados por las condiciones de vida de las clases obreras en Bilbao, siendo de destacar su contribución a la lucha contra la fiebre tifoidea (1886); a la mejora del Instituto Municipal de Vacunación, que él mismo dirigió durante algunos años (1891) y al ciclo de conferencias sobre la “alimentación del obrero en Bilbao” (1901). Pero su actividad más destacada como médico fue la creación de la Casa de Maternidad, auspiciada por la Diputación, de la que fue primer director, desde el año 1901 hasta su fallecimiento. También contribuyó a la reforma del servicio municipal de nodrizas y a la creación de la “Gota de Leche” (1904), para completar la asistencia materno-infantil.
En el año 1894, en la sala de actos del Hospital de Atxuri, hizo pública su propuesta de creación de la Academia de Ciencias Médicas, de la que fue su segundo presidente (1896-97). Desde entonces hasta su fallecimiento fue el alma de las sesiones clínicas que esta Academia celebraba cada viernes. Preocupado por la mejora de la calidad de la Medicina en Bilbao, adquirió el primer aparato de rayos X que hubo en la Villa y lo puso a disposición de todos sus compañeros.
Su enfermedad y muerte, en octubre de 1910, causaron una fuerte impresión entre sus compañeros y clientela. La revista Gaceta Médica del Norte dedicó a su memoria el número monográfico de diciembre de 1910, en el que escribieron el presidente de la Diputación y los médicos bilbaínos más notables.
Juan Gondra Rezola