Ernesto Ercoreca nació en Bilbao el
9 de noviembre de 1866. Sus padres fueron José Ercoreca, comerciante bilbaíno,
y Francisca Régil, de ascendencia guipuzcoana. José Ercoreca, de filiación
liberal, combatió contra los carlistas como auxiliar en la defensa de Bilbao.
Ernesto Ercoreca se casó, el 8 de febrero de 1890, con Ciriaca Uriarte Emaldi,
nacida en Bilbao el 16 de marzo de 1869. Tuvieron cinco hijas y tres hijos.
Ercoreca estudió en las escuelas municipales, de donde pasó a la Escuela de Artes y Oficios de Atxuri, en la que se graduó como delineante. En 1884 comenzó a trabajar en la Junta de Obras del Puerto como delineante, compaginando esta labor con la de profesor particular y la de administrador del teatro Campos Elíseos. Entre sus aficiones destacaban la música, los toros y las tertulias; también era miembro de la sociedad El Sitio.
Ernesto Ercoreca fue militante del Partido Republicano. En la época de la II República se encontraba en las filas de Acción Republicana, que más tarde sería Izquierda Republicana, el partido liderado por Manuel Azaña. El futuro alcalde de Bilbao mostró siempre un gran interés por cuestiones como la educación y las reformas sociales. A estos dos componentes debemos añadir un tercero: su vasquismo, que le llevó a defender la autonomía para el País Vasco, dentro del orden constitucional republicano. Su primer intento de acceder al Ayuntamiento lo realizó en 1905, aunque no consiguió ser elegido. En 1911 obtuvo un acta como concejal por el distrito de la Estación en Bilbao, siendo reelegido en 1915. En 1923 fue elegido miembro de la Diputación de Bizkaia por la circunscripción de Bilbao Ensanche, y en abril de 1931 fue elegido concejal por la coalición republicana por el distrito de Deusto. En la constitución del nuevo Ayuntamiento, Ernesto Ercoreca fue elegido alcalde de Bilbao y sustituyó en su cargo a Adolfo González de Careaga.
La actividad municipal del primer Ayuntamiento democrático tuvo diversas vertientes, pero podemos destacar dos elementos que supusieron un gran cambio: el impulso de las obras públicas, para generar empleo y aliviar el paro, y el crecimiento de la inversión en educación. Esta política de obras supuso la aprobación de una subvención a la Junta de Obras del Puerto para la ampliación del muelle de la Ribera, la reforma del Mercado del Ensanche, la reparación de las calles e instalación de tuberías de agua, la instalación de alumbrado eléctrico en Enekuri y la aprobación de una subvención a la construcción de una nueva estación del Norte. También merece mención especial la ampliación de grupos escolares de Concha y de Tívoli y la construcción de varios grupos escolares en Otxarkoaga, Santo Domingo, Berriz y Cobetas. Los proyectos referidos a la Enseñanza Secundaria fueron debatidos en los sucesivos plenos del Ayuntamiento y fueron fuente de conflictos durante todo el mandato. Entre otros asuntos, se debatió la creación del Instituto-Escuela en el Colegio Indautxu, la subvención a la Federación de Escuelas Vascas y la creación de la Universidad Vasca en Bilbao.
Durante su mandato, Ernesto Ercoreca tuvo que hacer frente a números conflictos, entre los que destacaremos los relacionados con cuestiones religiosas, como el surgido en 1933 tras la propuesta de los socialistas de retirar la imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Otro de los conflictos fue el relacionado con el proyecto autonómico del País Vasco, ya que al presentarse dos textos diferentes: el Estatuto de Estella y el Estatuto de las Gestoras, se produjeron profundas divisiones dentro del consistorio a la hora de decidir a qué propuesta se adhería el Ayuntamiento de Bilbao.
El final del mandato de Ercoreca estuvo presidido por el enfrentamiento surgido
en 1934 entre los ayuntamientos vascos y el Gobierno Central, al intentar este
último imponer la supresión del impuesto de consumos del vino. El 5 de julio de
1934 se acordó formar una comisión de representantes de los Ayuntamientos
Vascongados para la defensa del Concierto Económico y la autonomía municipal.
En esta fecha, Ernesto Ercoreca fue suspendido de sus funciones por el
Gobernador Civil por el conflicto que se desarrolló ese verano, y encarcelado
en Bilbao y posteriormente en Burgos. Fue sustituido en su cargo por Pablo Barrera Ozamiz.
Esta condena le obligó a alejarse de la política hasta las elecciones de 1936,
en las que el triunfo del Frente Popular permitió la aprobación de una amnistía
para todos los delitos políticos y la vuelta de Ercoreca a la alcaldía donde
ocupó el cargo de Manuel Frías Enciso. Dicha vuelta se vio truncada
por la sublevación de julio de 1936, ya que inmediatamente fue de nuevo
detenido cuando regresaba de Madrid y encarcelado en Pamplona hasta el 26 de
septiembre de 1936, cuando fue canjeado por Esteban
Bilbao, prisionero del bando republicano. El canje se realizó en San
Juan de Luz, donde permaneció Ercoreca hasta noviembre de 1936, fecha en la que
regresó a Bilbao y retomó su actividad como alcalde hasta el 17 de junio de
1937, cuando siguiendo órdenes del Lehendakari Aguirre,
abandonó Bilbao con destino de nuevo a Francia.
Su estancia en Francia se vio alterada por la ocupación del país por parte de
las tropas alemanas. El 29 de junio fue detenido por los alemanes en Biarriz y
entregado a la policía española. Fue confinado en Valladolid, donde se inició
un proceso de depuración de sus “responsabilidades políticas” y la preparación
de un consejo de guerra. Fue condenado a 14 años de reclusión menor, pero
consiguió salir en libertad el 8 de febrero de 1944. Su regreso a Bilbao se
significó por la polémica suscitada por parte de los franquistas por su puesta
en libertad y por la estrecha vigilancia policial a la que fue sometido.
Un golpe de tranvía provocó su fallecimiento el 22 de diciembre de 1957.
Mikel Urquijo Goitia