Felipe Uhagón Aguirre nació en Bilbao el 1 de mayo de 1821. Fueron sus padres Francisco Uhagón Olea y María Felipa Aguirre Laurencin.
Fue miembro del primer Consejo de Administración del Banco de Bilbao (1857), del que su padre había sido fundador. Participó en la creación de la Compañía General Bilbaína de Crédito en 1861, en unión de industriales y personalidades vinculadas al Banco de Bilbao. Perteneció a la Sociedad Bilbaína, foro de reunión de los liberales acomodados de la villa, llegando a ser su presidente en 1859. Se mostró afín a los postulados del liberalismo fuerista en aquellos años en que fue sometido a debate en el Parlamento el mantenimiento de los Fueros, finalizando con su abolición en julio de 1876. Felipe Uhagón falleció el 24 de abril de 1890.
Tras la dimisión de Juan José Aguirre como alcalde de Bilbao, el 3 de enero de 1874 fue designado para el cargo Felipe Uhagón. A lo largo de los tres años de su permanencia en la presidencia de la Alcaldía bilbaína, se vivieron dos acontecimientos políticos de excepcional trascendencia para el país, la Guerra Carlista y la abolición de los Fueros vascos, con sus repercusiones en el ámbito local. Bilbao se convirtió en uno de los escenarios de la Guerra Carlista, agravándose los efectos derivados de la misma. La falta de alimentos de primera necesidad y el alza de los precios de éstos derivaron en una auténtica crisis, estando a la orden del día la ocultación y acopio de subsistencias, la especulación y el contrabando, que hubo de corregirse mediante la incautación de existencias, el establecimiento de almacenes reguladores, la vigilancia e inspección practicada por comisiones de subsistencias, la fijación de tarifas a los vendedores y la imposición de multas, principalmente. Asimismo, se vinieron encima de la corporación municipal un largo etcétera de problemas provocados directamente por la contienda: organización de servicios especiales (incendios, armamento y defensa, milicia, enterramientos, etc.), paralización de las obras públicas en curso (puente de San Antón, cegamiento de Uribitarte, etc.) ante los problemas de transporte y abastecimiento de materiales, interceptación de las vías de comunicación, prestación de socorros a la población (comedor económico), como también destrozos causados a la propiedad que motivaron la tramitación de los correspondientes expedientes ante el Gobierno una vez valorados los daños por la Junta de propiedad.
La cuestión foral mantuvo también en alerta a la corporación municipal. Los ataques a los Fueros desde la prensa madrileña y otras provincias suscitaron el inicio de conversaciones entre los Ayuntamientos de las capitales y las Diputaciones vascas, produciéndose un incesante cruce de oficios, a fin de acordar estrategias comunes de acción.
Pese a las circunstancias críticas por las que atravesaba la corporación,
no abandonó un asunto de especial trascendencia en el ámbito local como fue la
puesta en marcha del proyecto de urbanización del Ensanche bilbaíno.
Merecieron también el interés: las obras de mejora del transporte y comunicación
(construcción del nuevo puente del Arenal, reconstrucción del de San
Antón, ampliación de los servicios tranviarios, etc.), infraestructura viaria
que había sufrido los daños de los enfrentamientos bélicos acaecidos; la
reforma del servicio de guardias municipales, resultando unificados los cuerpos
de policía urbana y de veladores nocturnos, así como la reforma del servicio
médico del hospital, mediante la cual se separaban el servicio del propio
hospital del de los médicos de la villa, quedando aquel libre del servicio
domiciliario.
La dimisión del Alcalde Felipe Uhagón llegaría el 17 de enero de 1877, presentada, según expuso, por motivos que no podían ser consignados en acta municipal y fue nombrado en su lugar Agustín María Obieta.
Susana Serrano Abad