La
Compañía de los Ferrocarriles de Santander a Bilbao, constituida
por la unión de los ferrocarriles del Cadagua, Santander a Solares y
Zalla a Solares, jugó un papel esencial en los transportes del área
metropolitana de Bilbao al integrar la explotación de diversas
líneas generales y mineras durante más de setenta años de
existencia independiente.
La década de los años ochenta del s. XIX estuvo repleta de proyectos ferroviarios que pretendían proporcionar la cobertura de transporte imprescindible a las actividades mineras, industriales y de servicios desplegadas en Bizkaia. La Compañía de los Ferrocarriles de Santander a Bilbao, constituida en 1894, respondió a ese proceso. Sin embargo, el tan ansiado proyecto para construir una línea que transcurriera por el litoral cantábrico seguiría, finalmente, un trazado más acorde con los intereses políticos y económicos que con los sociales.
Efectivamente, en mayo de 1888 era presentada en el Congreso de los Diputados una proposición de ley autorizando la construcción de un ferrocarril de vía estrecha entre Zorroza y Balmaseda. Los trámites fueron resueltos rápidamente. No en vano, entre sus promotores estaba Víctor Chávarri, uno de los grandes capitanes de la industria y minería vizcaína, además de ser Diputado por el distrito de Balmaseda y Senador años más tarde. Como lo eran también la Naviera Sota y Aznar, que a su actividad como armadores añadían la explotación de diversos veneros servidos por ferrocarriles mineros que deseaban conectar con la línea a construir. O Enrique Aresti, propietario de Papelera del Cadagua. En total cinco accionistas que se repartieron el 44,5% del capital social, representado en 2.000 acciones de 500 pesetas la unidad. El resto de capitales necesarios para hacer frente a los gastos de primer establecimiento los captaron mediante la emisión de 2.000 títulos de obligaciones hipotecarias. La Diputación Provincial de Vizcaya contribuyó con una subvención de 208 mil pesetas reintegrables. Más generoso fue el Ayuntamiento de Balmaseda, que aportó 100 mil pesetas, con la única condición de que se construyeran en el municipio los almacenes, talleres y demás dependencias centrales. El 2 de julio de 1888 era constituida la Compañía del Ferrocarril del Cadagua.
La línea arrancaba en el barrio bilbaíno de Zorroza y concluía en Balmaseda, después de recorrer 27,7 Km. mediante un trazado que discurre pegado al río Cadagua y por el interior de la Bizkaia occidental. La inauguración tuvo lugar un 29 de noviembre de 1890. En los apenas cuatro años en que se mantuvo independiente, los resultados comerciales fueron excelentes, gracias también a su escaso endeudamiento.
Menos relevante para nuestros propósitos, la Sociedad Anónima Compañía del Ferrocarril de Santander a Solares era constituida en 1888. Su trazado de apenas 18 Km. transcurría casi paralelo a la carretera de la costa hasta la ría de Solía, en El Astillero, momento en el que se adentraba hacía el interior de la provincia. Construida y explotada durante tres años con un carril de 1,67 m., la presión de los inversores bilbaínos en el proceso de fusión provocó el cambio a la vía métrica.
A comienzos de la década de los noventa se reiniciaba la pugna por ver quiénes, por dónde y en qué condiciones se construiría la vía férrea del Cantábrico, un proyecto ya elaborado en 1882 por Pablo de Alzola para el Crédito General de Ferrocarriles mediante la vía de 1,67 m. El mismo ancho tenía la ampliación de la línea de Triano, o los proyectos para la construcción del Ferrocarril de Traslaviña a Castro Urdiales, así como el presentado por el ingeniero portugalujo Pedro M.ª Merladet en 1891, que pretendía unir Bilbao con la citada ciudad cántabra. Ese mismo año era presentado ante el Ministerio de Fomento otro para construir una línea desde Somorrostro (Muskiz) a Solares, con ramal hasta Santoña. En definitiva, se abría nuevamente la carrera por finalizar los escasos kilómetros que restaban para unir ambas capitales.
En esa tesitura, no resulta extraño que las Compañías del Cadagua y Santander trabajaran intensamente para que la prolongación de sus líneas tomara el camino natural. Ambas constituían en marzo de 1893 la Sociedad Constructora de Zalla a Solares. El 13 de junio presentaban en el Senado, en cuya bancada tenía asiento Víctor Chávarri, el proyecto de ley. Con una rapidez inusitada, el 28 de junio, era aprobada la concesión. El 14 de diciembre formalizaban las escrituras de la Compañía del Ferrocarril de Zalla a Solares. El capital social era de 9.000 acciones de 500 pesetas la unidad. Como en los casos anteriores, apenas catorce inversores se repartieron el 75,5% de los títulos, y entre ellos, Chávarri con el 16,5%, gorbe y Enrique Aresti.
El primer reto fue construir los 78 Km. de complicada orografía que separaban ambas localidades, con notorias dificultades de ejecución. Los 8,7 millones de pesetas en que eran evaluados los costos de primer establecimiento constituyen una prueba en si mismo. Sería exagerado calificar de desierto económico el área que transcurre entre Zalla y Solares. Pero también es cierto que discurría por una zona rural y escasamente poblada, cuyos rendimientos dependerían de que se lograse potenciar el transporte a larga distancia, entre Bilbao y Santander, dos economías escasamente complementarias.
Tan solo restaba acordar los términos de la fusión. En julio de 1894 se constituía formalmente la Compañía de los Ferrocarriles de Santander a Bilbao. El capital social era de 10 millones de pesetas. Los accionistas de la línea del Cadagua, la que presentaba mejores resultados de explotación, recibían 8.000 títulos de 500 pesetas la unidad; 3.000 los de Santander a Solares, así como 1.500 obligaciones hipotecarias; mientras que la masa social del Ferrocarril de Zalla a Solares se repartía el resto. La primera decisión de su consejo de administración fue, precisamente, emitir 13 mil obligaciones hipotecarias para finalizar las obras entre ambas localidades. La inauguración de este tramo tuvo lugar el 5 de julio de 1896. No obstante, la decisión de mayor transcendencia fue la de construir un ramal entre Zorroza y Bilbao, una prolongación imprescindible desde el punto de vista comercial, además de enclavar en el centro de la villa la estación de viajeros de La Concordia, mientras que la de mercancías se ubicó en Ametzola. El 21 de julio de 1898 tenía lugar la inauguración de la totalidad de la línea ferroviaria que unía definitivamente Bilbao y Santander.
En años posteriores abordó la construcción de dos ramales, La Industria-Azbarren y Matiko-Azbarren, al objeto de conectar todos los tráficos de vía estrecha de Bilbao. Con el cambio de siglo adquirió las líneas de Bilbao a Las Arenas y Plentzia y de Bilbao a Lezama. La marca se mantuvo hasta 1962, año en el que todos sus activos y pasivos fueron transferidos a FEVE.
Pedro A. Novo