Entidad sanitaria de origen medieval, el Santo Hospital Civil de Bilbao, que desde el antiguo Hospital de Atxuri o de los Santos Juanes se trasladó al nuevo complejo de Basurto en 1908.
El acelerado crecimiento poblacional de Bilbao a partir de mediados del siglo XIX, unido a las nuevas necesidades de la práctica sanitaria, hicieron que pronto el antiguo Hospital de Atxuri resultara inadecuado. Desde 1879 se sucedieron distintas propuestas para levantar un hospital en una nueva ubicación. Finalmente, en 1895 Junta de Caridad, Ayuntamiento y Diputación sentaron las bases para la erección de un nuevo hospital.
Los pasos inmediatos fueron rápidos. Se eligieron los terrenos de casi 9 hectáreas de la antigua torre de Basurto, propiedad del marqués de la Torrecilla. A finales de 1897 el arquitecto Enrique Epalza recibía el encargo del proyecto, y en enero de 1898 ya se había aprobado el programa de bases para su redacción.
Tras la visita de Epalza y del director médico José Carrasco a distintos hospitales europeos y de España, se concretó en el plan definitivo aprobado en abril de 1899 por una Junta de Caridad ya presidida por Gregorio de la Revilla: un hospital con servicios comunes calculados para 800 camas, pero de las que inicialmente se construirían solo 524, organizados en un complejo de 28 pabellones aíslados de distintos tamaños y usos diferenciados. El modelo principal fue el hospital de Eppendorf (Hamburgo).
Los movimientos de tierras, explanación y cimentaciones estaba concluidos en 1901, la edificación de los pabellones se prolongó hasta 1903, y seguido se fueron cerrando los aspectos pendientes (pabellones de infecciosos, auxiliares, equipamientos). El hospital fue oficialmente inaugurado el 11 de noviembre de 1908.
La financiación de las obras se basó inicialmente en el 1.491.000 pesetas abonados por Ayuntamiento y Diputación del antiguo hospital de Atxuri. A esto se unieron dos importantes donativos que sumaron casi un millón de pesetas por parte de José María Gurtubay Meaza y de Casilda Iturrizar. Los años siguientes se completaron con nuevos donativos, una amplia suscripción pública, distintas subvenciones y el endeudamiento, hasta alcanzar los algo más de 6 millones de pesetas a que ascenció el costo final.
El acceso se planeó a través del edificio de administración y consultas, que miraba a la carretera de Basurto, a donde llegaba el tranvía que lo unía con la ciudad. Este dibujaba un eje sobre el que se situaban edificios de servicios generales. A sus lados, y de forma simétrica, se iban disponiendo los distintos pabellones, todos de dos pisos: los de hombres en el lado izquierdo (dos dobles y dos sencillos), y los de mujeres en el derecho (dos medios pabellones dobles, uno sencillo y el de venéreas). Separado de todo este grupo principal por un muro, en el lado NW se levantaba otro grupo de cuatro pabellones, la Sección de Infecciosos.
Estilísticamente el conjunto presenta un ambiguo aire nórdico, que se refuerza con las cubiertas exteriores, de acusada pendiente, de modelo inglés y con tejas de colores. De cualquier forma, la obra se concibe desde planteamientos historicistas, pero con influencias del Modernismo, sobre todo en las combinaciones del ladrillo con materiales cerámicos en azules y blancos. La decoración se completa con juegos en los ladrillos, uso alternativo de molduras, dovelas y otros elementos a modo de sillar realizados en piedra artificial, lo mismo que los zócalos.
La evolución del hospital durante las décadas siguientes prolongó su aspecto avanzado, por ejemplo con la creación en 1922 por el doctor are del internado médico, o la viculación con la naciente Facultad de Medicina promovida por el efímero Gobierno Vasco republicano en 1936-37. En 1992, el Santo Hospital Civil de Bilbao se integró en Osakidetza, el Servicio Vasco de Salud, momento en que el centro pasó a denominarse Hospital de Basurto.
José María Beascoechea