La Iglesia del Carmen, que se ubica en la calle Simón Bolívar 4, se inauguró en 1968.
La iglesia del Carmen actual no se corresponde con la inicial, que se derribó en 1967 porque se había quedado insuficiente para atender la demanda del barrio, dado que Indautxu se había transformado en una zona urbana consolidada, integrada en lo que se conoce como el Segundo Ensanche de Bilbao. Ese proceso de cambio conllevó que 1934 esta dotación religiosa, que había nacido con la calificación de capilla episcobal (división organizativa de la iglesia católica que hace referencia al obispo), se transformara en parroquia.
La primitiva edificación del Carmen se construyó en 1907 para dar satisfacción a la demanda de la ciudad jardín de Indautxu, una zona residencial conformada por grandes mansiones burguesas. De estas hoy solo se conserva el chalet de Tomás Allende, que hace no mucho se transformó interiormente para destinarlo a oficinas (Simón Bolívar 1). De su diseño se encargó en 1910 el arquitecto Leonardo Rucabado, que lo resolvió con un afortunado planteamiento de regionalismo montañés
La capilla la proyectó también Rucabado con un maduro y efectista planteamiento neomedieval, en perfecta sintonía con el carácter pintoresquista de la barriada conseguido con la construcción de chalets con diseños exóticos y únicos.
La nueva iglesia constituye uno de los iconos de la vanguardia arquitectónica bilbaína y vasca, siendo uno de sus ejemplos más descollantes. Esta iglesia la proyectó el arquitecto Francisco Javier Ortega en 1967 con un planteamiento francamente renovador en el panorama de la arquitectura vasca de su tiempo, una brillante y pionera aplicación del brutalismo (enfatización de los acabados en hormigón visto) y el organicismo (lenguaje arquitectónico caracterizado por subrayar la expresión de la subjetividad), conforme a la revisión crítica que se hacía en la época del Movimiento Moderno. Esa lectura se revela en el énfasis del acabado con la utilización del hormigón blanco y en el potente vuelo de la cubierta. La modernidad también se evidenció en la atrevida solución constructiva, una técnica novedosa para la época, la estructura de hormigón con piezas prefabricadas para las fachadas, sujetas en obra por pretensados (tensores de acero).
La lectura del espacio religioso es plenamente conciliar (la integración de la asamblea de Dios con el altar). La interpretación de Ortega se fundamentó en la plasticidad otorgada al espacio a través de una feliz solución en el manejo de la luz, que se filtra por los intersticios dejados por las piezas prefabricadas, cerrados mediante vidrieras de hormigón realizadas por la empresa bilbaína Vidrieras de Arte. La planta utilizada fue la cuadrada, disponiendo el altar en ángulo para reafirmar el sentido de comunidad; pero tal vez esta idea comunitaria no esté del todo conseguida, dado que ese presbiterio no se integra plenamente en la nave.
El proyecto del Carmen, con todo, fue un reto complejo debido a que el programa exigía la construcción en el mismo solar de una iglesia y un edificio de siete alturas para uso de la parroquia. Esta utilización tan intensiva del solar condicionó en gran medida la definición del templo, ya que de haber contado con todo la superficie hubiera tenido una distribución más fácil. Esa complejidad se hace patente en la manera de solucionar el acceso principal, con un formato que no está en consonancia con la monumentalidad del templo y al tener que llegar al ingreso a través de un cuerpo de escaleras de reducido formato.
Gorka Pérez de la Peña Oleaga