Juan Francisco Arancibia nació en Durango el 16 de junio de 1876. Arquitecto de profesión, obtuvo el título el 21 de agosto de 1903, fecha en la que inició su carrera profesional como arquitecto municipal de Durango. Entre otros, llevó a cabo el diseño y la dirección de las obras del Reformatorio de Amurrio y las del Grupo Benéfico de la Junta Provincial de Protección de menores. A su profesión va ligada su colaboración en La Construcción, revista de opinión de los arquitectos e ingenieros bilbaínos, que fue dirigida inicialmente por Ramón Roda. Ocupó, además, el cargo de presidente de la Sociedad Bilbaína entre los años 1924-1925.
En 1920, Arancibia inició su andadura política en el consistorio bilbaíno, durante el mandato de Rufino Laiseca Oronoz. De ideología maurista, fue nombrado alcalde de Bilbao gracias al apoyo de la Liga de Acción Monárquica. Durante su mandato debió hacer frente a la oposición de los partidos antidinásticos presentes en el Ayuntamiento y que provocaron unos meses más tarde su cese y el posterior nombramiento de Mariano Aróstegui Ugarriaza. Al finalizar la Dictadura de Primo de Rivera, en 1930, Arancibia regresó al Ayuntamiento de Bilbao como Teniente de Alcalde hasta la proclamación de la II República.
La obstrucción de la actividad municipal realizada por los partidos antimonárquicos fue el rasgo principal de su mandato. El Ayuntamiento quedó dividido en dos frentes, el bloque monárquico, por un lado, que trataba de sostener el principio de autoridad que encarnaba el Alcalde, y el antidinástico, por el otro, en el cual se aglutinaban las restantes minorías, que mostraban su más clara y abierta oposición al nuevo alcalde. La actitud de “obstrucción irreducible” a la gestión administrativa local, declarada por el grupo socialista, fue secundada desde un principio por el resto de los grupos antidinásticos. Las sesiones municipales, o bien no llegaban a celebrarse por falta de asistencia a las mismas, o bien transcurrían en un clima de confrontación y tensión que imposibilitaba la toma de acuerdos, lo que llegó a ocasionar incluso graves incidentes. En este clima hostil la actividad municipal se vio seriamente afectada, por lo que el Gobierno no tuvo más remedio que cesar a Arancibia y nombrar a Mario Aróstegui de Ugarriza, de ideología dinástico liberal, que presuntamente contaba con el apoyo de los grupos políticos en rebelión.
La gestión de la administración local se centró en la búsqueda de soluciones para el abastecimiento de agua, la vivienda y la carestía de los artículos de primera necesidad. Sin embargo, debido a la excepcional situación que se vivía en el consistorio, los proyectos e informes de las comisiones municipales quedaron sin acuerdo.
Susana Serrano Abad