Julián Marco Gardoqui nació el 7 de enero de 1880 en Bilbao y residió en la calle Ronda en aquellos años finales del siglo XIX junto a su madre Segunda Gardoqui Oqueluri (Bermeo, 1.06.1845).
Estudió en el Instituto Vizcaíno, donde se graduó como bachiller. En 1885 se
matriculó en la Universidad de Deusto y cursó estudios de
Filosofía y Letras, así como Derecho. En 1901 ingresó en el Colegio de Abogados
del Señorío y en 1905 fue designado para gestionar la creación de una Audiencia
Territorial con jurisdicción en las tres provincias vascas. Durante años
compaginó su actividad como abogado con la docencia en la Universidad de
Deusto, donde impartió clases de Lógica Fundamental.
Militó en el partido conservador, mostrándose afín a las tesis de Silvela,
primero, y de Dato después. Participó activamente en la formación del Partido Conservador de Bilbao. En 1919 tras la
unificación de los partidos monárquicos de Bizkaia, formó parte de la Liga de Acción Monárquica. Debido a su filiación
política fue detenido durante la Guerra Civil.
Marco Gardoqui se incorporó a la gestión de la administración municipal en noviembre de 1913 al ser nombrado alcalde de Bilbao por Real Orden. En la toma de posesión de su cargo, el alcalde manifestó su intención de mantener la neutralidad en los debates y hacer viables cuantas iniciativas presentadas en el consistorio beneficiasen al pueblo de Bilbao.
Las líneas prioritarias de actuación fueron: la descentralización de funciones de la alcaldía, la solución al problema de abastecimiento de agua y la creación de espacios verdes para la población. Así, se gestionaron las obras del Parque del Ensanche, de regulación de la ría desde Sendeja hasta la Salve, el proyecto de filtración y esterilización de aguas, la construcción de la Casa Socorro del Centro y la creación de la biblioteca popular en la antigua alhóndiga de Barroeta Aldamar.
Uno de los sucesos que marcó el mandato de Marco Gardoqui fue el incendio del teatro Arriaga, el 22 de diciembre de 1914. Tras el incendio, se iniciaron las negociaciones entre el Ayuntamiento y la Junta del Nuevo Teatro a fin de tasar los daños y proceder al cobro de indemnizaciones, comenzando las fricciones entre ambos. El Ayuntamiento se mostraba partidario de reedificar el teatro con las mayores medidas de seguridad, lo que suponía descender una planta el patio de butacas. La Junta del Nuevo Teatro, en cambio, era partidaria de mantener la disposición original, al considerar como excesivos los costes que acarrearían las modificaciones y porque de esa manera se perdería el espacio dedicado a la sede social del Club Naútico. Así pues, el Arriaga pasó a convertirse en una cuestión política que se saldó con la dimisión del alcalde y la posterior elección de Ricardo Power Zabala como nuevo alcalde de Bilbao.
Susana Serrano Abad