Otxarkoaga-Txurdinaga es el actual distrito municipal número tres, integrado por los barrios de Otxarkoaga y Txurdinaga y orientado al Nordeste en la margen derecha del río Ibaizabal Nervión donde todavía no alcanza la consideración de ría.
Cada uno de esos dos barrios tiene entidad e historia propia. El nombre de Otxarkoaga va asociado al Poblado Dirigido que se construyó en los años sesenta del s. XX para alojar a la cantidad de personas que vivían en chabolas en las laderas de los montes de Bilbao (Uretamendi, Altamira y Monte Banderas), en lo que se dio en denominar “Cinturón de hojalata”. Pero ya existía con anterioridad como un barrio rural de caseríos de la anteiglesia de Begoña dedicados a la agricultura y la ganadería, hasta su anexión a Bilbao en 1925. La singularidad de esta intervención urbanística, los motivos que la originaron y los planteamientos de todo tipo que la dirigieron, tanto sociales como arquitectónicos, merece un detallado análisis.
Hay que hacer alusión al Plan de Urgencia Social de Bizkaia, que ya proponía soluciones para resolver el alojamiento de los emigrantes que llegaban al reclamo del gran desarrollo industrial de la época de la posguerra. Bajo la tutela del Instituto Nacional de la Vivienda se planeó un nuevo núcleo urbano alejado del centro, en la periferia de la ciudad con todos los servicios necesarios, en una amplia zona con buenas condiciones ambientales.
Había premisas a tener en cuenta, como el mínimo coste económico posible y la inmediatez de su construcción, por la apremiante urgencia en resolver el problema del chabolismo. Se planificaron varios núcleos para viviendas, y otros para diversas dotaciones.
En el apartado arquitectónico se apostó por la innovación y la modernidad, tomando referencia de las propuestas europeas del momento con influencia de las Unidades de Habitación de Le Corbusier y la Bauhaus, de las que ya había algunos ejemplos en Madrid (Poblado de Fuencarral y Pozo del Tío Raimundo). Y se contó con equipos de arquitectos locales jóvenes en su mayoría y defensores de esos nuevos ideales. Las tipologías de viviendas planteaban un desarrollo vertical en altura, no condicionado por las alineaciones de las calles y con predominio de las líneas rectas en su composición. Las fachadas y las plantas resueltas de manera funcional, prestando especial atención a la luz, el aire y el sol (aireación y soleamiento) con claras intenciones higienistas. Sin olvidar aspectos constructivos de carácter artesanal claves para su ejecución, condicionada por las circunstancias sociales de la época. La zona también acusó la influencia de la apertura de nuevas vías de comunicación con los cercanos municipios a Bilbao en pleno auge industrial. La nueva barriada se ejecutó con gran rapidez a comienzos de los años sesenta del s. XX.
Caso bien diferente es el cercano y nuevo barrio de Txurdinaga. Como otros enclaves de carácter rural con campas y caseríos en sus orígenes, también perteneció a la antigua anteiglesia de Begoña hasta su anexión a Bilbao en 1925. Entonces ocupaba menos extensión que la actual y tiene referencias documentales en el s. XVIII y en el s. XIX. Pero su cambio y transformación urbana se produjo a partir de los años sesenta del s. XX. Entonces se iniciaron los primeros planes de urbanización para convertirlo en un nuevo ensanche de la ciudad que necesitaba seguir expansionando su ámbito urbano por las laderas circundantes. Y tiene especial relevancia en ese proceso la construcción de un nuevo vial (Avenida de Zumalacárregui) y los túneles de Begoña, ampliando y prolongando el antiguo camino existente entre el Ayuntamiento, la fábrica de Etxebarria y Begoña.
Sucesivos planes urbanísticos, agilizados por iniciativa institucional (Ayuntamiento de Bilbao y Gobierno Vasco) en la época de la transición democrática, fueron definiendo y configurando su urbanización y la construcción de las edificaciones planificadas. En unos casos zonas residenciales con torres de viviendas entre 8 y 15 alturas, en otros manzanas cerradas con amplios patios públicos interiores, y además dotaciones y equipamientos públicos (institutos, escuelas, ikastolas, geriátrico, polideportivo, zonas ajardinadas y gran parque urbano). También se fomentaron las comunicaciones mediante el transporte público por autobús y finalmente por la línea 3 del metro. Todo ello hasta definir su nueva entidad urbana y sus actuales límites.
Conviene no olvidar varias obras representativas de arquitectura de calidad. Por una parte el Sanatorio de Santa Marina, obra aislada y alejada del centro, a contracorriente de la tendencia monumentalista imperante, y representativa de la posguerra. Y originales propuestas de nuevos centros escolares como el Instituto Gabriel Aresti y el Instituto Txurdinaga.
Francisco J. García de la Torre y Bernardo I. García de la Torre