El PGOU (Plan General de Ordenación Urbana de Bilbao) es el documento urbanístico que recoge las directrices del nuevo modelo de ciudad de servicios, para superar el anterior de ciudad industrial que había llegado a su límite tras el declive iniciado en los años setenta del s. XX. En 1989 se presentó el Avance, exponiendo de una manera muy asequible las directrices principales para someterlas a la opinión pública y recoger sus opiniones y alegaciones. Tras ese proceso de participación ciudadana, en 1995 se aprobó de manera definitiva el PGOU. Y años después, tras realizarse buena parte de las previsiones urbanísticas planteadas, ya en el s. XXI se somete a un proceso de revisión.

A finales de los años ochenta del s. XX Bilbao acometió una serie de proyectos de diversa índole para establecer las directrices de su futuro urbano, en algunos casos de ámbito local y en otros abarcando su área de influencia metropolitana. Entre los primeros se incluye el PGOU.

Citando textualmente un fragmento de su contenido:

“El Plan General de Ordenación Urbana de Bilbao propone un modelo de ciudad en el que se integran los requerimientos urbanísticos, que patentizan la capitalidad de Bilbao, como ciudad de servicios y centro de atracción de actividades en el Eje Atlántico y para la consecución de nuevas áreas y equipamientos regionales, a través de los cuales se ponga de manifiesto el ejercicio de dicha función”.

Conviene reseñar que ya estaba prevista la actuación urbanística de Abandoibarra, que era una de las pocas zonas disponibles del Ensanche ocupada por diversas reminiscencias de su reciente pasado industrial. Y en especial la construcción de dos equipamientos culturales, como un museo y un palacio de congresos y de la música, que con su carácter de edificios emblemáticos, actuasen como hitos en la configuración urbana de la ciudad. Además, un moderno centro terciario y de servicios con amplia capacidad edificatoria de nueva planta, de manera que el conjunto sirviese para poner en marcha una auténtica transformación urbana de ámbito metropolitano. 

Por otra parte la ría cambia su papel de cauce de transporte fluvial que había tenido durante la época industrial para adquirir un nuevo protagonismo. La ciudad que se desarrolló en el Ensanche durante el s. XX dando la espalda a la ría, pasa a tener  “una nueva fachada hacia la ría”. Se plantea la recuperación de sus riberas para transformarlas en paseos de uso público y el saneamiento de su cauce, consiguiendo con ello un gran eje fluvial a modo de “arteria urbana” que va a incidir en el entorno de sus aledaños. En cierto modo la Ría va a ser el la imagen y el símbolo de la nueva ciudad con vocación metropolitana en su recorrido hasta desembocar en el mar.

 También la regeneración de los barrios existentes y la rehabilitación de sus edificios tienen cabida entre los objetivos del Plan. Considerando que ese proceso ya está iniciado en el Casco Viejo, que sufrió las graves consecuencias de las inundaciones de 1983, con la creación de Surbisa en 1985. Se propone continuar con el resto de los barrios.

No faltan medidas para la mejora de la comunicación y la accesibilidad, mediante un anillo de circunvalación, la reforma del sistema ferroviario, el nuevo Metro y una Estación Intermodal en Abando (no ejecutada). Impulso a la construcción y rehabilitación de viviendas, creación de centros municipales de distrito e incremento de zonas verdes.

Se definen cuatro zonas con espacio disponible para generar oportunidades de nuevo suelo con carácter disperso en la trama urbana y sus bordes (Miribilla y el Morro, Abandoibarra con los terrenos de los antiguos Astilleros Euskalduna y la Campa de los Ingleses), la península de Zorrotzaurre (nueva isla) y la zona de la Estación de Ametzola). Todas ellas requieren cambios de uso, para destinarlos a zonas verdes, equipamientos y residencial de viviendas. 


Francisco J. García de la Torre y Bernardo I. García de la Torre