Ante los graves problemas urbanísticos de Bilbao y de toda la provincia de Bizkaia: chabolismo, subarriendo, un crecimiento desmedido y caótico, una absoluta falta de criterios urbanísticos y de posibilidades tanto técnicas como económicas, los dirigentes del Ministerio de la Vivienda plantearon un Plan de Urgencia Social al igual que se había bosquejado en otras grandes urbes como Madrid, Barcelona o Asturias.
Si en el mes de Septiembre de 1958 ante el grave problema del déficit habitacional se decretó por el Ministerio de la Vivienda, la construcción de 4.000 viviendas además de sostener otros artículos que evitaran el problema de la inmigración: se castigaba la especulación, a quien edificara sin licencia e incluso al propio chabolista. Ante la inactividad de la administración y el agravamiento de la realidad la iglesia vizcaína en Febrero de 1959 lanzó una campaña de concienciación desde los pulpitos y desde la prensa escrita. La presión tuvo sus inmediatas consecuencias cuando el 27 de Mayo de 1959 se decretó el Plan de Urgencia Social para Bizkaia. En Junio llegó a la villa el Ministro de la Vivienda para dar inicio al plan. La propuesta era construir 50.000 viviendas en cinco años. Serían en su mayoría viviendas tipo Subvencionadas pero también de Renta Limitada Grupo I para la clase media. Las inversiones serían de 600 millones de pesetas anuales que hacían un total de 5.000 millones de pesetas en cinco años. El plan cumpliría con la necesidad de hacer a cada usuario propietario de su vivienda y para que la iniciativa privada entrara en este sector se dieron toda clase de incentivos económicos y facilidades materiales. También el plan obligaba a las empresas con más de cincuenta obreros a construir viviendas para ellos, y a los dueños del suelo les obligaba a que o bien entraran en el negocio de la construcción o bien eran expropiados.
El Plan de Urgencia Social de Bizkaia trató de evitar la anarquía urbanística existente dividiendo la provincia en zonas. Lo hizo con sus correspondientes polígonos residenciales, industriales y sus cinturones verdes. No todos los ayuntamientos de la provincia se verían afectados por el plan tan solo aquellos que fuesen pertenecientes al Plan General de Ordenación Comarcal del Gran Bilbao, los municipios con industria incipiente y en crecimiento (Durango, Amorebieta, Elorrio, Berriz, Zaldivar, Ermua, Gernika, Markina, Mungia, Muskiz, Balmaseda, Zalla y Güeñes) además de los municipios de naturaleza pesquera o situados en el litoral cantábrico (Gorliz, Plencia, Ondarroa, Lekeitio, Elantxobe y Bermeo).
Determinaba a su vez donde estarían los cinturones o polígonos verdes que señalarían el límite perimetral de urbes como Bilbao y las localidades más importantes. Fijaba los aprovechamientos de los polígonos interiores para fines residenciales y los exteriores para viviendas, creando ciudades satélites completamente autónomas, proyectadas para evitar la formación de futuros suburbios.
El fin último del plan fue solucionar el déficit en viviendas, contener el crecimiento de las poblaciones a través de anillos verdes, y trasladar a la industria a las afueras del tejido urbano.
Luis Bilbao