Uno de los más importantes escritores de la Escuela Romana del Pirineo nace en Bilbao el 14 de marzo de 1888. Su padre, que oficiaba de abogado muere cuando en la adolescencia del escritor. Y Ramón Basterra fue acogido por una tía en su casa Camposena de Butrón, residencia que se convertirá en emblemática en la carrera de Basterra.
Cursa estudios en el Colegio San Antonio de Bilbao y posteriormente en los Padres Jesuitas de Orduña, una de los centros centrales en la educación de los bilbaínos de finales de siglo. Su primera incursión literaria se produce en 1905, cuando toma parte en un concurso con un soneto dedicado a Cervantes que resulta ganador y el poema se publica en El Nervión en mayo de ese año.
Estudia Derecho y se examina en la Universidad de Valladolid, alejándose de la más cercana de Deusto, probablemente por razones ideológicas. Continuó sus estudios en la Universidad de Salamanca y los terminó en la de Oviedo. Como realizó los estudios como alumno libre, permaneció en Bilbao y tomó parte en la tertulia del Lyon d’Or. A partir de 1908 entabla correspondencia con Miguel Unamuno. Hacia esa fecha comienza su carrera diplomática y viaja por Europa. Francia, Bélgica, Inglaterra y Alemania serán sus destinos.
A la vuelta en Bilbao toma parte en la Asociación de Artistas Vascos. Y se le conoce participación activa en las polémicas artísticas de la Villa. En 1914 Se matricula en la Escuela Consular de Madrid. Y en 1915 toma parte en las oposiciones al Cuerpo Diplomático. Y elige destino en la Embajada ante el Vaticano, de manera que pueda conocer Roma, respondiendo a sus concepciones clasicistas de la literatura. Se hizo cargo del destino el 1 de Julio de 1915.
Su vida en Roma es una constante de su carácter: irregular, integrado en el ambiente de la alta sociedad y, al mismo tiempo, disciplinado en la asunción de sus obligaciones. En 1917 termina su dedicación consular en Roma y regresa a Plentzia. En ese momento comienza la redacción de Las ubres luminosas (1923), algunos de cuyos textos dará a conocer en la revista Hermes. Su participación en la Escuela Romana del Pirineo es también conocida. Ese grupo de artistas e intelectuales vizcaínos se funda bajo la dirección de Pedro Eguillor (1877-1937), y sus postulados ideológicos los acercan a la derecha monárquica. Tradicionalistas en política, su estética buscan los valores del catolicismo, tanto en estética como en la moral.
En 1917 se traslada a la Embajada Española en Bucarest, Rumanía, en plena Guerra Mundial y con la invasión del país por los alemanes debe refugiarse en Jasy. Es el momento de la redacción de La obra de Trajano (1921). Resulta un ejemplo del fervor por Roma que profesa Basterra. Sigue la figura de Trajano para elogiar el hispanismo que desde Roma llevó la conquista de Rumanía, el confín oriental. Así lo convierte en símbolo de unidad entre oriente y occidente. La obra se estructura mediante el juego entre el presente que vive el narrador y el pasado que mira con nostalgia.
Es repatriado por encontrase enfermo. En agosto de 1917 se le destina a Madrid con el cargo de Secretario de Embajada de segunda clase. Pero debe dimitir el 1 de noviembre de 1921 por una crisis mental. Recuperado pide su admisión en 1922. En este ciclo Ramón Basterra llevará a cabo la publicación de sus manuscritos. Espasa Calpe da a luz La obra de Trajano y Miguel de Maeztu le publicó Las ubres luminosas. También Renacimiento publica sus poemarios La sencillez de los seres (1923) y Los labios del monte (1924). En Las ubres luminosas, un poemario cercano al modernismo, describe los lugares emblemáticos de Roma, incide en la sumisión del individuo a la voluntad divina y elogia el papel histórico de Roma. En La sencillez de los seres, en cambio, el foco de atención se desplaza hacia los seres sencillos que el poeta vislumbra en su residencia de Camposena de Butron. Tipos, elementos costumbristas, descripciones de paisaje. El tercer poemario resulta una síntesis entre Roma y el pasado del País Vasco y la presencia de su civilización en el país natal del escritor.
En 1924 se le destina a Caracas, Venezuela, donde aparecerá Los navíos de la Ilustración (1925). La obra representa un elogio de la presencia española en Latinoamérica, y en especial del impulso de la Compañía Guipuzcoana de Navegación (1728-1781). El lema de unidad y universalidad se contrapone al elemento nacionalista.
Es repatriado en enero de 1926 por recaer en su enfermedad mental. En agosto se le destina a Bogotá, Colombia, pero no llega a salir de Madrid. En la capital publicará Vírulo, mediodía (1926), cuya primera entrega e de 1924: Vírulo, poema de las mocedades. Centrado en el recorrido vital de un personaje llamado Vírulo, que corresponde a los ideales del poeta, Basterra que hace partícpe al personaje de su equilibrio entre admiración por lo universal y amor a lo local.
Permanece en su trabajo hasta 1928. En junio de ese año, mientras se encontraba descansando en Plentzia, sufre un ataque final. Trasladado al Sanatorio Santa Águeda de Madrid muere el 17 de junio.
Jon Kortzar