El 3 de febrero de 1840 nacía en Bilbao Ricardo Arellano Arróspide, el hijo de Romualdo Arellano García, natural de Caparroso (Navarra) y de Timotea Arróspide Aguirre, de origen bilbaíno.
Representa Ricardo Arellano la segunda generación de la emblemática Santa Ana de Bolueta, que prolongó la vida de la fábrica al fallecer sus inspiradores, a los cuales le unían estrechos vínculos familiares. Bajo una nueva denominación, Mazas y Cía. Socios de Bolueta, quedaba configurada en 1880 la sociedad formada por Fidel Sagarminaga, José María Olavarría, Tomás José Epalza, Lucas Ogara, Pedro Mazas Amada de Batis e hijo, José María Uribarri y el que nos ocupa, el ingeniero Ricardo Arellano.
La sublevación carlista de 1872 generó un clima de inestabilidad política que trascendió a la esfera del ámbito local. En el transcurso de dicha anualidad se sucedieron seis alcaldes en Bilbao, en un intento por mantener el orden y el control de la vida pública.
Tras la corta gestión de Joaquín de la Quintana, que había llegado a la Alcaldía tras el fallecimiento de Félix Aguirre en octubre de 1871, le sucedería en febrero de 1872 la corporación municipal presidida por Fidel Sagarminaga, la cual, a la vista del Convenio de Amorebieta firmado con los sublevados carlistas, presentaba su dimisión al completo en mayo de aquel mismo año. El Ayuntamiento de Bilbao, de mayoría liberal, no aceptó el acuerdo y decidió abandonar la administración de la villa en sesión secreta celebrada el 27 de mayo de 1872. Ricardo Arellano formaba parte de esta corporación, ejerciendo las funciones de Teniente de Alcalde e integrando la comisión de Fomento.
Reunidos en junta privada, los miembros de la municipalidad Ricardo Arellano, José de la Puente, Luis Torres Vildósola, Fermín Urcola, Lorenzo Aguirre y Juan Barroeta decidieron después de larga meditación no abandonar el Ayuntamiento en circunstancias tan difíciles, debiendo seguir en la dirección del mismo. Reiteraban que tal decisión no significaba restar fuerza ni invalidar el acuerdo de dimisión adoptado por los compañeros salientes, sino que consideraban un deber el atender a la villa y a su administración.
El 30 de mayo de 1872, en virtud de sus facultades, el Gobernador civil Manuel Díez Ulzurrun nombraba nuevo Ayuntamiento, mientras resolvía el Gobierno lo procedente en el asunto. Componían la corporación seis concejales elegidos en las últimas elecciones y otros diecisiete elegidos por el Gobernador, algunos de los cuales ni siquiera estaban avecindados en Bilbao. Éstos aceptaron el cargo de forma transitoria.
La actividad desplegada por la corporación estuvo estrechamente ligada a los acontecimientos políticos del momento. Una vez aplacados los efectos de la sublevación carlista, se procedió a la re activación de las obras públicas paralizadas, como era el caso del nuevo puente de Atxuri. A petición del Comandante del Cuerpo de Voluntarios de la Libertad, el 13 de junio se decretó la disolución del mismo, fundándose en la existencia “lánguida y raquítica” del Cuerpo desde su creación en 1869.
Tan sólo un mes estuvo al frente de la Alcaldía Ricardo Arellano, al presentar su dimisión el 7 de julio de 1872 fundándose en desgracias familiares acaecidas y su mal estado de salud. Fue sustituido por Alejandro Rivero.
Susana Serrano Abad