El sistema de abastecimiento de agua al Bilbao pre-industrial quedó obsoleto a mediados del siglo XIX por causa del aumento de la población y de la actividad industrial que precisaba de agua. También porque las exigencias de aquellos años eran mayores que en el pasado y los vecinos pudientes querían disponer de agua de manantial a domicilio, aunque hubiera que pagarla.
Se formó una sociedad privada que consiguió construir un nuevo sistema de suministro que incorporó las aguas de los manantiales de Uzcorta y las llevó a Bilbao con presión suficiente para alcanzar los domicilios de los abonados. Las obras fueron iniciadas en 1857 por el ingeniero francés Abadie y continuadas por Modesto Echaniz, quien incorporó tomas de las aguas del manantial de Ollargan y de los arroyos que bajan desde el Ganecogorta. Construyó en el Bolintxu un depósito de 3.300 metros cúbicos de capacidad, ejecutado en galería subterránea, para conseguir un espacio donde sedimentar las aguas de los arroyos cuando bajaban turbias y disminuir la presión sobre la red de conducción. Los no abonados, debían de seguir tomando el agua de las fuentes públicas, cuyo funcionamiento no varió.
Al finalizar la guerra civil carlista de 1872-1876, se inició una importante reforma diseñada por el ingeniero Hoffmeyer. Se mantuvieron dos abastecimientos diferentes que coincidían en los depósitos del alto de Miraflores, a donde era elevada el agua desde la isla de San Cristóbal: el de agua de manantial, suministrada a domicilio con contador y facturada según el consumo, y el de agua del río, no potable y suministrada a caño libre, bien hasta el propio domicilio o bien a un grifo comunitario que solía estar colocado en los portales de las casas de viviendas, sobre todo en las destinadas a las clases obreras.Este doble abastecimiento fue muy combatido por los médicos de la época, quienes llegaron a nominarle “tifus a domicilio”.
Durante el primer tercio del siglo XX continuó el doble abastecimiento, incapaz de dar respuesta al gran incremento de población y de consumo. La polémica en la prensa y en los plenos municipales no cesaba. Se hicieron algunas mejoras caras e insuficientes, pero hasta la entrada en servicio del embalse de Ordunte, en el año 1931, no se consiguió un suministro suficiente para acabar con la lacra que suponía el abastecimiento con agua del río.
Un mayor incremento de población y del consumo, obligaron a establecer de nuevo restricciones de horario en los años cincuenta del siglo XX, lo que dio origen al nacimiento en el año 1967 del Consorcio de Aguas del Gran Bilbao integrado por 19 ayuntamientos vizcaínos y a la utilización de los embalses alaveses de Ullibarri-Gamboa y Urrunaga como fuente principal de suministro de agua.
Juan Gondra Rezola