Bilbao fue la primera ciudad española en electrificar los tranvías. Las ventajas respecto a la tracción animal parten del hecho mismo de ofertar un transporte urbano de masas. La relativa simpleza de las infraestructuras requeridas y un mantenimiento no muy costoso, junto con la posibilidad de utilizar las subestaciones eléctricas para otros aprovechamientos, constituyeron algunas de sus virtudes. A ellas podemos añadir la mayor velocidad de circulación, que permitía ampliar los horarios, así como mejorar la accesibilidad y movilidad de las áreas más alejadas del centro, donde estaban teniendo lugar procesos de concentración residencial o industrial.
Efectivamente, el Tranvía de Bilbao a Santurtzi se electrificó en febrero de 1896. El servicio comenzaba a las cinco y diez de la mañana para atender a los obreros, con intervalos de media hora, para finalizar a las doce de la noche y una de la mañana los días festivos. Las tarifas se fijaban de acuerdo a sus 4 secciones. También dispuso de secciones especiales y abonos válidos para 40 desplazamientos, todo ello en orden a captar diferentes tipos de usuarios. La tracción eléctrica le permitió pasar de 2,6 en 1897, a 4,5 millones de viajeros transportados en 1906.
Poco tiempo después, en 1900, la sociedad arrendataria Tranways & Électricité de Bilbao, ampliaba la red con la construcción de varios ramales. Y en 1908 aprobaba un nuevo reglamento en el que establecía 7 paradas obligatorias y 47 discrecionales. Hasta entonces, los coches se detenían a petición de los usuarios, simplemente avisando al conductor. En el número de paradas residió el éxito del tranvía, al ofrecer un servicio más cómodo y de mayor frecuencia horaria que el ofertado por el Ferrocarril de Bilbao a Portugalete, ambos en la margen izquierda de la ría. Las cifras de usuarios muestran un comportamiento ascendente, que le llevó a alcanzar casi 6 millones de viajeros en 1920.
La Compañía del Tranvía de Bilbao a Las Arenas y Algorta adoptaba el mismo tipo de tracción un año después. El servicio era muy similar, con horarios más amplios e intervalos de 10 minutos entre Bilbao y Lutxana, donde estaban ubicadas varias fábricas y astilleros. Las tarifas aplicadas, también por secciones, trataron de animar un uso más cotidiano por parte de los trabajadores. No resulta extraño que ese mismo año transportara 1,1 millones viajeros, que se duplicaron al poco tiempo, pasando a ser de 2.2 durante en 1907 y casi 4,5 millones en 1920. Y ello teniendo en cuenta que por la margen derecha de la ria también circulaba el Ferrocarril de Bilbao a Las Arenas desde 1887.
La Compañía del Tranvía de Bilbao a Durango y Arratia, cuya concesión fue otorgada en 1898 a Ángel Iturralde para construir y explotar la mencionada línea con tracción a vapor, cambiaba los términos de la misma en 1900, antes incluso de su inauguración, para sumarse también a la electrificación. La línea partía de la Plaza de Arriaga, junto al teatro, para transcurrir por el bilbaíno barrio de La Peña antes de tomar dirección hacia Durango, con un ramal que discurría entre Lemona y Ceanuri.
La transformación de la ciudad y el aumento de líneas propició una serie de movimientos empresariales que culminaron con la constitución en 1906 de la Sociedad Tranways et Eléctricité de Bilbao. La Compañía explotó la totalidad de las líneas que operaban en Bizkaia, a excepción del arratiano. Precisamente, una de las primeras medidas adoptadas fue la electrificación de la red urbana de Bilbao. Estamos hablando de 23 líneas, con una extensión inicial de 14,7 Km., en una red de recorridos combinados que cubría tanto el Ensanche como el Casco Viejo, la construcción de dobles vías allí donde la intensidad de uso lo requería, apartaderos y cambios de vías que permitían mejorar la velocidad comercial y un servicio más regular.
La evolución seguida fue notable. La electrificación posibilitó movilizar un total de 2.8 millones de viajeros en 1910. Para entonces Bilbao aún no llegaba a los 95 mil habitantes. El incide per cápita de uso del tranvía urbano se aproximó a los 30,5 V/Hab. Las razones del incremento estaban en el propio crecimiento de la población, en el paulatino traslado residencial de la burguesía bilbaína al Ensanche, aún cuando la mayoría de los establecimientos comerciales continuaron ubicados en el Casco Viejo, lo que ocasionaría desplazamientos cotidianos a los almacenes y tiendas.
El uso más intenso del tranvía urbano se manifestó de forma más clara en los años veinte. De los 3.9 millones de viajeros movilizados en 1914, se pasó a 6.1 en 1920. La población superaba los 112 mil habitantes, lo que supone un índice de utilización de 53,7 viajes per cápita. En la década de los treinta el servicio se prolongó con nuevas líneas, intercambiadores, dobles vías, etc. Bilbao crece por encima del 3.6% en el período interanual de 1920-30, con una población cercana a los 162 mil habitantes. La ciudad aún conservaba la estructura heredada del S. XIX, lo que ocasionaba no pocos problemas de tráfico ante la intensificación de la vida urbana. Estas circunstancias no impidieron que el número de viajeros transportados continuara su progresión, alcanzado en 1930 la cifra de 9.5 millones, o lo que es lo mismo, un índice de utilización de 58,5 viajes per cápita.
A finales de la década de los cuarenta el tranvía urbano fue cediendo espacio a los trolebuses. Entre las causas hay que citar la reversión de las concesiones, el incremento de vehículos de combustión interna, la paulatina desafección de las autoridades respecto a las vías, así como la obsolescencia del parque móvil constituido por 26 vehículos urbanos y 36 interurbanos. Y aunque en 1953 movilizaron un total de 35,7 millones de viajeros, los tranvías urbanos dejaban de circular dos años después. La línea estrella continuó siendo la de Bilbao a Santurtzi. Los algo 18 millones de viajeros movilizados en 1953 muestra con creces su vitalidad, cifra que alcanza mayor relieve aún si tenemos en cuenta que los medios de transporte alternativos, especialmente el ferrocarril, también estaba electrificado. La línea fue perdiendo viajeros, en parte por la retirada parcial de las vías del centro de Bilbao, para situar la cabecera en el hospital de Basurto. En 1959 dejaba de circular.
El 18 de diciembre de 2002 los bilbaínos escucharon nuevamente la campana al paso de un tranvía muy modernizado. Las vías volvían a la ciudad en una única línea circular que discurre entre Atxuri y La Casilla, con una longitud de 5,5 Km. y 14 paradas.
Pedro Novo